Por Charlotte Bozonnet, para Le Monde.
Valor y una dosis de cólera. Eso es sin duda lo que le ha hecho falta al escritor keniata Binyavanga Wainaina para lanzarse. El 19 de enero de 2014, esta figura de la literatura africana revelaba públicamente su homosexualidad. En una noticia titulada “Soy homosexual, mamá”, publicada en Internet, el narrador realiza una confesión a su madre moribunda en una cama de hospital. Una confesión que el escritor, de 43 años, no habrá tenido tiempo de hacerle a su propia madre desaparecida demasiado pronto. Esta noticia es “un acto político”, explicará él más tarde.
El anuncio del escritor y periodista, fundador de la revista literaria del África oriental, Kwani, se hizo tras la promulgación hecha varios días antes en Nigeria, país más poblado de África, de una nueva ley anti-gay. “Esta ley nos avergüenza a todos”, denunciaba Binyavanga Wainaina. Quiere ser un desafío lanzado a las numerosas legislaciones represivas en un continente donde la condición de los homosexuales sigue siendo dramática: de 54 países, 38 penalizan la homosexualidad (de 78 en el mundo). Cuatro –Sudán, Mauritania, Somalia y el norte de Nigeria, donde se aplica la sharíaprevé la pena de muerte.
Con la ley del 13 de enero, Nigeria ha sido dotada de una de las legislaciones más represivas de África. “Raramente he visto un texto de ley que, en algunos párrafos, viole directamente tantos derechos humanos fundamentales”, criticó el Alto Comisario de las Naciones Unidas para los derechos del hombre, Navi Pillay. El país ya castigaba el acto homosexual con catorce años de cárcel. Esta disposición se mantiene, pero las personas del mismo sexo que intenten casarse –aunque el matrimonio homosexual no exista en el país- incurren a partir de ahora la misma pena. Anunciar públicamente su relación es merecedor de diez años.
“La ley es tan confusa que permite también atacar a los grupos de defensa de los derechos del hombre, aquellos que trabajan en la salud; todos aquellos que apoyen las organizaciones de defensa de los homosexuales”, explica Graeme Reid, director del programa LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) de Human Rights Watch. El texto castiga con diez años de cárcel a cualquier persona que aporte apoyo a una organización o manifestación homosexual.
“UNA VOLUNTAD DE ENDURECIMIENTO”
Si el caso de Nigeria es extremo, éste vuelve a dar luz al difícil combate por los derechos de los homosexuales en el continente africano. La penalización de la homosexualidad, a menudo denunciada como contra-natura e importada de Occidente, no es nada nueva. “Pero hoy hay una voluntad de endurecimiento, señala Dorothée Delaunay, responsable de la Comisión LGBT en Amnistía Internacional, ya sea haciendo más duras las penas, o aumentando el campo de aplicación de las infracciones”.
Además de Nigeria, Uganda intenta desde el 2009 aprobar un proyecto de ley drástico. Su primera versión preveía la pena de muerte para la homosexualidad “con circunstancias agravantes” (cuando el acusado reincidente o portador del virus del SIDA). El texto adoptado por los diputados en diciembre de 2013 se “limita” a la cadena perpetua. En la República democrática del Congo, un diputado ha presentado en diciembre de 2013 un proyecto que propone penas de tres a cinco años de cárcel. En Liberia, dos proyectos han sido presentados por unos parlamentarios en 2013, de los cuales uno sancionaría penalmente la muy amplia “promoción” de las relaciones entre personas del mismo sexo.
LA INFLUENCIA DEL FACTOR RELIGIOSO
“Las razones de este endurecimiento son numerosas, subraya Graeme Reid. Pueden ser puramente políticas. En Nigeria, hay que señalar la organización del tiempo: la ley ha sido promulgada en un momento en el que el presidente se encuentra en una postura delicada para las elecciones del 2015. Para mucho dirigentes, este tema es a menudo una manera de desviar la atención de los problemas reales”. El presidente Goodluck Jonathan está luchando especialmente contra una contestación islamista en los Estados del norte del país. La influencia del factor religioso va creciendo. A la ola islamista se le suma la de las iglesias evangélicas que vienen de los Estados Unidos. En Uganda, estas iglesias han hecho mucho para imponer una agenda política anti-gay.
“Desde hace varios años, se observa en los discursos un retorno a unos valores tradicionales fingidos, prosigue Graeme Reid. África no es la única en esta situación. Vemos lo mismo en Rusia.” Si las conmociones ligadas a la globalización provocan en todos los continentes repliegues identitarios, África, donde el crecimiento ronda el 10%, es sin duda donde éstos serán más brutales.
Muy a menudo, la condición de los homosexuales no se resume en las leyes existentes. África del sur parece ser la excepción en el continente con una legislación que autoriza particularmente el matrimonio homosexual. Pero no está exento de violencias: las violaciones de “correctivas” contra las lesbianas son regularmente denunciadas. Otros países prevén penas muy severas sin que éstas sean aplicadas forzosamente. Al contrario, ciertos estados no tienen las leyes más extremas, pero las aplican duramente.
“Nuestro país posee el record de número de arrestos”, recuerda la abogada camerunesa Alice Nkom, figura de la defensa de los homosexuales en su país, donde esta práctica es castigada con cinco años de cárcel. Allí, la represión jurídica legitima también la violencia social. En julio de 2013, el periodista y militante de la causa homosexual, Eric Lembembe, era encontrado muerto en su casa, mostrando huellas de tortura. “Nigeria es un país muy grande. ¿Dará su decisión ideas a los legisladores de otros Estados?”, se inquieta Alice Nkom.
VALORES OCCIDENTALES
Desde hace años, el tema se ha convertido en una fuente de tensiones entre Norte y Sur. El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, había sido uno de los primeros dirigentes en instrumentalizar el tema, denunciando un combate imperialista, a principios de los años 2000, cuando las primeras sanciones internacionales fueron adoptadas contra su régimen. Numerosos estados africanos tienen la impresión de estar presionados por los occidentales para imponerles sus valores. En julio de 2013, el primer ministro británico David Cameron no había dudado así en declarar que quería “exportar el matrimonio homosexual” al mundo.
“Lo más importante es escuchar a las asociaciones locales para saber cómo quieren ser ellas apoyadas”, subraya Matthew Thomann, antropólogo en la American University de Washington. Para las ONG internacionales, toda la dificultad está en denunciar la represión sin otorgar poder a las acusaciones de injerencia. En Nigeria, “las asociaciones habían solicitado un apoyo mientras pedían evitar las declaraciones públicas”, recuerda Dorothée Delaunay.
Paradójicamente, el endurecimiento actual de las legislaciones es también una prueba de los avances. “Los gobiernos reaccionan ante la multiplicación de las organizaciones locales y ante el hecho de que el tema es cada vez más visible”, subraya Graeme Reid. A pesar de los débiles medios, las asociaciones locales obtienen victorias. En Uganda, el presidente Museveni, anunció, el 17 de enero, que no firmaría el polémico proyecto de ley. En Camerún, Alice Nkom obtuvo el 7 de enero la absolución de dos hombres jóvenes condenados a cinco años de cárcel.
(Nota de ÁfricaLGBT. Como es sabido desde la publicación de este artículo el Presidente de Uganda sí ha firmado la terrilble Ley Anti-LGBT de ese país. Traducción propia para ÁfricaLGBT gracias a nuestra colaboradora Alba Bastida Díaz. puedes leer el artículo en idioma original en el enlace adjunto).