Isaac Otidi Amuke vive en Nairobi, es un escritor de Commonwealth Writers que a través de tres artículos ha pintado una imagen distinta a la que estamos acostumbrados a ver de la situación de las personas LGBTI en Uganda.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) apunta que hay 13 millones de refugiados alrededor del mundo, teniendo en cuenta que debido a los limitados recursos de esta agencia internacional sólo 100.000 de ellos, el 7-8% aproximadamente, puede ser realojado anualmente. El número de personas solicitantes de asilo en Kenia es de 586.000.
Amuke realiza una comparación de dos mundos confrontados para esclarecer la razón por la cual una cantidad ingente de personas está huyendo de Uganda de manera infructuosa a través de canales oficiales de Naciones Unidas para buscar un futuro distinto en otro país más centrado en los derechos de las personas LGBTI, ya que en 2014 la situación empeoró notablemente debido a la creación de la ley Anti-homosexualidad y la incendiaria actitud de los medios lo que conllevó el aumento de la discriminación social. Por una parte, el escritor describe historias personales y de algunos entrevistados sobre la Uganda libre en la que las personas LGBTI, por ejemplo, disfrutan de una noche de sábado como otra cualquiera en una discoteca; y por otra, la crisis humanitaria que es la búsqueda de asilo, en este caso debido a la discriminación por orientación sexual y de género.
Esta crisis comenzó en 2014 cuando llegó a Kampala la historia que cuenta que en 2011 un grupo de ugandeses consiguió llegar a dos campos de refugiados en Kenia, logrando aligerar los imperativos legales para recibir asilo y ayuda financiera. Esto conllevó una oleada de personas huyendo a Kenia debido al atisbo de esperanza creada por la simple ilusión de llevar una vida libre de prejuicios y violencia siendo realojados en Europa o América gracias a las Naciones Unidas. Sin embargo, la situación es mucho más compleja de lo que parece a primera vista en el país vecino.
El proceso se ralentizó de manera considerable debido a la cantidad de personas que llegaban desde Uganda, lo que levantó sospechas en los oficiales de Naciones Unidas de la veracidad de todas las historias Por otro lado, hay que tener en cuenta que la homosexualidad en Kenia está penada con un máximo de 21 años de cárcel, por lo tanto los refugiados LGBTI se encuentran en un limbo legal en el que no se les da asilo, pero tampoco existen mecanismos para protegerlos de violencia homofóbica en los campos. Otro de los problemas planteado es la dificultad para definir el nivel exacto de “urgencia”, así como el hecho de que realmente sean homosexuales, desde otra perspectiva las únicas personas de Uganda que piden asilo lo hacen por esta razón.
Finalmente, en mayo de 2015 los refugiados Ugandeses, molestos con la pasividad del Alto Comisionado, así como de la violencia sufrida, presentaron un memorándum reclamando que el gobierno de Kenia estaba permitiendo el asilo con el objetivo de expulsar del país lo antes posible a los refugiados LGBTI. Pese a que debido a esta razón el proceso se aligera Naciones Unidas no entrega ningún tipo de ayuda económica a partir de los 3 meses. La situación escaló hasta tal punto que los ugandeses decidieron realizar una protesta en la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados en Nairobi. Tras pasar la noche allí, ya que sus demandas no eran concedidas, fueron desalojados forzosamente por la policía, otra demostración más del trato recibido en Kenia, que incluso insistieron en que las personas LGBTI ocultaran su identidad sexual o de género para evitar altercados.
Las primeras historias de hace cuatro años son notablemente positivas en comparación con la realidad actual. Para personas como Christopher uno de los ugandeses que durmió en las oficinas del Alto Comisionado, sin embargo, no ha resultado tan fácil. Tras su marcha a Kenia, un largo y duro camino que tuvo que costearse de su bolsillo, huyó de nuevo de la violencia homofóbica en Kakuma a Nairobi donde al menos tiene más posibilidades de entrar en el mercado laboral sin depender de los canales oficiales, ya que según sus propias palabras “habiendo cumplido 25 años y viviendo los últimos 4 en Kenia tratando de conseguir ser realojado en otro país mi vida es un completo fracaso”.
La arbitrariedad con la que la situación de las personas LGBTI cambia en Uganda no es la única razón por la cual el número de refugiados ha aumentado exponencialmente, sino que la violencia dentro del seno de la familia es un hecho tan común que en 2014 incluso se conocieron casos de asesinato. Intercambiar una vida relativamente cómoda en el lugar en el que creciste, pese a estar amenazado por las personas más cercanas a ti, a veces se convierte en la única opción viable, tras la posibilidad de marcharse por un tiempo indefinido a un campo como el de Kakuma en el norte de Kenia.
Según el autor a día de hoy entre 200 y 300 personas LGBTI han huido de Uganda a Kenia. Organizaciones nativas ugandesas que defienden los derechos de las personas LGBTI, como SMUG, admiten nunca haber apoyado este tipo de huida, ya que defienden la lucha activista con el fin de mejorar la situación con vistas a un futuro cercano en el que las próximas generaciones no sufran este tipo de problemas por el simple hecho de ser homosexuales.
Traducción propia para ÁfricaLGBT gracias a nuestra colaboradora María García. Artículo en el idioma original por Isaac Otidi Amuke aquí.
- “ Yiftach Millo, Febrero 2013, HIAS” : Invisible In The City: Protection Gaps Facing Sexual Minority Refugees and Asylum Seekers in Urban Ecuador, Ghana, Israel, and Kenya.
- Informe global ACNUR 2015 Kenia.
- The Updated UNHCR 5 Key Messages 2015.
- “Colin Stewart, Marzo 2015, 76 Crimes”: Ugandan LGBTI refugees protest treatment in Kenya
- ACNUR: Manual y directrices sobre procedimientos y criterios para determinar la condición de refugiado.