La lucha por la conquista de los derechos humanos en Sudán ha sido continua a lo largo de mucho tiempo. Dentro de esta lucha está la del colectivo LGBTQ y el reconocimiento de una minoría que por desgracia está obligada a esconderse en muchos casos.
La situación del colectivo en Sudán es una de las más difíciles de toda África y del mundo. Desde 1991 el gobierno sudanés prohíbe a personas del mismo sexo mantener relaciones consentidas. La homosexualidad como tal no está ilegalizada pero sí cualquier acto de sodomía que puede implicar hasta cinco años de cárcel y cien latigazos y con la posibilidad de reincidencia, la condena puede llegar a ser la pena de muerte. De igual modo se castiga con latigazos y cárcel todos aquellos actos sexuales que sean considerados indecentes. Además las personas LGBTQ no están protegidas por las leyes antidiscriminación
El activismo LGBTQ sudanés se encuentra en un escenario de continuo peligro e inseguridad para realizar sus actividades en defensa de los derechos, todo ello debido en gran parte a la LGBTIfobia enquistada en una sociedad tradicional y en las instituciones que la fomentan. Siendo un país con una fuerte cultura ancestral y religiosa, se perpetúan día a día los roles heteropatriarcales sin posibilidad de que se cuestionen: la superioridad del hombre sobre la mujer, el dominio y posesión de un género frente a otro, la dureza de una sociedad frente a quien es diferente. Cualquier atisbo de no aceptación de tales roles puede suponer la marginación y las amenazas por un lado y la persecución política por otro.
A pesar del enorme apuro de los grupos sociales LGBTQ, muchas de las asociaciones consiguen hacerse oír. Tal es el caso de la fundación Mesahat “por la diversidad de género y sexual” que con motivo del día de los derechos humanos lanzó la revista “Voices from Sudan”. La revista describe a modo introductorio la situación política y social del país, seguida por un total de 17 historias y testimonios reales de personas que han vivido en primera persona el acoso y la discriminación. Sus palabras representan a casi todas las voces del colectivo sudanés que han sido rechazadas, marginadas o perseguidas en un mundo donde no se les permite tener un lugar. Voces de hombres gais como Ali, que fue arrestado y sufrió torturas teniendo que escapar de su país; voces de mujeres trans como Jameela, que se vio abocada a vivir sin un trabajo digno tras sufrir el dolor de los golpes de la policía; voces de mujeres lesbianas como Sally, que fue violada supuestamente para “curarla” con el consentimiento de su familia; o voces de mujeres bisexuales como Suha, sobre la que cayó el peso de la losa de la religión. Junto con estas historias se relatan más experiencias vividas de palizas, arrestos, familias que no aceptan la diferencia de lo establecido, además de matrimonios de conveniencia para callar o tapar lo que supone para muchos una vergüenza.
Sin embargo, con las enormes diferencias entre una historia y otra, todas estas personas tienen algo en común que les hace dignos de admiración y es la increíble valentía con la que alzan su voz contra quienes les dicen como tienen que ser o comportarse. Cada uno de ellos ha sabido mirar de frente a los que les intentan callar o amedrentar y tener fuerzas al recordar lo vivido para ser plasmado en esta revista y denunciarlo.
Desde nuestra página web y Fundación Triángulo queremos dar la enhorabuena a esta fundación por este magnífico trabajo sobre la situación de miles de personas en Sudán. Y sobre todo, gracias a ellos por enseñarnos cómo ser fuertes.
Link de la revista en la versión en inglés para leer o descargar:
https://www.docdroid.net/bVm9M7E/lgbt-voices-from-sudan.pdf.html
Link de la revista en versión árabe:
https://www.docdroid.net/qlsxcmv/-.pdf.html
Fuentes: Revista “Voices from Sudan”, AfricaLGBT.org, blog 76crimes