Conoce a Dumiso Gatsha, un joven activista LGBTI de Botswana; sus inquietudes y su visión de la situación en su país y en el resto de África. Dumiso también nos habla de su proyecto, Pink Anatomy, una fuente de información para generar conciencia sobre las personas LGBTI de Botswana.
Conoce a Dumiso Gatsha, un joven activista LGBTI de Botswana; sus inquietudes y su visión de la situación en su país y en el resto de África. Dumiso también nos habla de su proyecto, Pink Anatomy,una fuente de información para generar conciencia sobre las personas LGBTI de Botswana.
Es festivo, son las 11 de la mañana y en Barcelona llueve. Dumiso Gatsha y yo nos empeñamos, a pesar de la lluvia, en visitar elParque Güell. Mereció la pena. Entre foto y foto va surgiendo la conversación; primero, en torno a su viaje por Europa y sus proyectos; después, sobre él y su vida en Botswana.
Dumiso es un joven botswano de 22 años, que estos últimos días de marzo y los primeros de abril, está de viaje por Europa (Francia, Cataluña e Inglaterra). En su viaje (una iniciativa personal para la que no ha dudado en invertir sus días de vacaciones), está examinando el tejido asociativo LGBTI europeo. Su intención es difundir su iniciativa, Pink Anatomy, y conocer cómo funcionan las organizaciones LGBTI europeas, cuáles son sus retos actuales y cuáles lo han sido en el pasado, intercambiar experiencias y conocimientos, encontrar apoyos para su lucha en Botswana; y luego, una vez de vuelta a su país, aplicar lo aprendido; porque como él mismo dice: “aunque los contextos son distintos, la lucha es la misma: conseguir la igualdad.”
Cuenta que ser gay, “es sólo una pequeña parte de todo lo que soy como persona; pero aunque pequeña, es una parte que definitivamente importa y determina quién soy y lo que digo. Y es una parte que no siempre he podido expresar libremente”.
Para Dumiso, poder expresarse con total libertad es una de sus principales motivaciones y exigencias: “cuando estaba en el colegio y en el instituto sólo podía pensar en escapar de un ambiente que me asfixiaba y donde había mucha presión psicológica en mi contra. Ya en la Universidad, la situación mejoró un poco, aunque seguía sin ser libre o sin la fuerza necesaria para decir las cosas abiertamente. Al regresar a Botswana me asenté, comencé a trabajar y a hacer mi vida, entonces fue cuando decidí que quería dejar huella y contribuir a un cambio de mentalidad en la gente. Había muchos crímenes por odio, tanto físicos como mentales, mucha gente afectada en Sudáfrica, Malawi y la propia Botswana. Necesitaba hacer algo, y dar el ejemplo, no sólo para mí mismo, sino también para el resto de personas que son como yo”.
A la pregunta sobre posibles miedos y temores responde con contundencia: “No tengo miedo, siempre soy bastante cuidadoso, pero de todas formas preferiría morir por hacer lo que hago, que por un ataque al corazón. Significaría que he cambiado algo. Soy un líder. Los líderes toman riesgos.”
La situación en Botswana
Su país, Botswana, situado al sur de África, no tiene legislación específica en contra de la homosexualidad, pero su ley sí prohíbe “los actos contra natura” con hasta 7 años de prisión. Tal y como explica Dumiso, “aunque no puede decirse que la homosexualidad sea legal o ilegal, pues está fuera de la ley, dentro de estos “actos contra natura” la población incluye la homosexualidad”, por lo que se considera “ilegal”; y aunque el gobierno sólo ha condenado a un hombre homosexual basándose en esta ley (el único caso de la historia del país), gran parte de la homofobia de las personas botsuanesas se basa en esta concepción de la homosexualidad como contra natura, por lo que tener una ley que precisamente condena estos actos y no aclara que las relaciones homosexuales no se incluyen en ellos, no ayuda mucho a disminuir los niveles de homofobia.
Por otra parte, y aunque según el último informe de la policía de Botswana, reflejado por la Oficina de Derechos Humanos de Estados Unidos, en 2011 no se produjeron agresiones ni actos violentos contra personas por su orientación sexual o identidad de género, Dumiso nos cuenta que sí, que hay agresiones en forma de insultos y vejaciones o incluso de palizas (aunque no son la norma); pero que no son denunciadas por temor o porque la policía no acepta tales denuncias.
Dumiso, que vivió como estudiante 10 años en Sudáfrica, nos comenta que si comparamos Botswana con Sudáfrica, donde existe una fuerte protección legal para la personas LGBTI, pero las violaciones correctivas (violaciones a mujeres lesbianas con la intención de convertirlas en heterosexuales) están sistematizadas (en 2008, The Triangle Project, la mayor asociación LGBTI del país, informaba de una media de 10 denuncias semanales) “el caso de Botswana es paradigmático, pues no hay legislación específica pro derechos de las personas LGBTI, como en Sudáfrica, pero la violencia no es tan fuerte; y al mismo tiempo, la gente tiene más miedo a expresar su sexualidad”.
Este miedo provoca que muchas personas crucen la frontera hacia Sudáfrica, donde dicen que su sexualidad es reconocida y protegida por la ley. Y esto, a pesar de que hay muchos más casos registrados de violencia física hacia personas LGBTI en Sudáfrica que en Botswana.
Y es que puede decirse que en Botswana la situación es más segura, pero no más propicia, pues como nos explica Dumiso,“aunque no hay una violencia física tan fuerte como la de Sudáfrica u otros países situados más al norte (Uganda, Somalia, Zimbabwe, etc.), sí hay una fuerte y constante violencia y presión psicológica. Las personas no pueden expresarse libremente y vivir su sexualidad abiertamente, ya que los entornos académicos, laborales y familiares suelen ser profundamente homófobos.”
En este sentido, algunos analistas políticos aseguran que Botswana, situada geográficamente entre la liberal Sudáfrica (al sur) y el conservador Zimbabwe (al norte), se ha convertido en un campo de pruebas para las visiones de los valores sociales africanos.
Además, “uno de los principales problemas que provoca esta situación de presión social homófoba en Botswana es que pocas personas se atreven a participar en asociaciones o en actividades de sensibilización y pro-derechos de las personas LGBTI, principalmente por el miedo a ser estigmatizados”.
Este estigma se extiende a las propias asociaciones por parte del gobierno, y de hecho, LEGABIBO, la única organización LGBTI del país, ha tenido que resguardarse bajo el paraguas de BONELA (Red sobre Derecho, Ética y VIH / SIDA de Botswana) para poder desarrollar su trabajo, después de que en 2009 el gobierno se negara a registrarlos como organización.
Por tanto, con esta práctica total ausencia de organizaciones y discursos a favor de la igualdad social (mucho más importante para Dumiso que la legal) la homofobia no tiene otro freno más que el propio entendimiento y consideración de cada persona a nivel individual; no hay presión ni por parte de las organizaciones civiles, ni por parte del gobierno; y como hemos dicho, la mayor parte de la población considera que la homosexualidad es algo antinatural.
Este clima homófobo, además, ha sido alimentado en varias ocasiones, tanto por políticos como por líderes religiosos que comparan la homosexualidad con algo demoníaco, que va contra la religión y la cultura de Botswana o directamente que no es africano, sino un mal introducido por los occidentales. El diputado Pono Moatlhodi, por ejemplo, dijo a medios locales que los gays son "demoníacos y encarnan el mal. No tienen lugar en la sociedad africana”, posicionándose expresamente del lado del presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, quien vapulea regularmente a las personas LGBTI, y donde la homosexualidad se castiga con pena de prisión de 1 año.
Activismo, información, comprensión y conciencia social
No es de extrañar, por tanto, que durante su encuentro el domingo 31 con Fundación Triángulo y Casal Lambdade Barcelona, así como con los medios de comunicación, Dumiso no dejara de preguntar “cómo conseguir que la gente se motive a participar y a alzar la voz, a decir quiénes y cómo son”. Considera que lograr esta participación “es uno de los puntos decisivos del activismo LGBTI en Botswana, pues si no conseguimos que las personas dejen de tener miedo a expresarse libremente nunca habrá ejemplos que las personas puedan seguir, personas que ofrezcan referentes que inspiren y den esperanza a otras personas LGBTI; sin esta visibilidad el pensamiento del resto de la sociedad hacia las personas LGBTI nunca podrá cambiar y la imagen que tienen de nosotros seguirá siendo la misma”. Lo que nos lleva a que será muy difícil cambiar las situaciones injustas, como, por ejemplo, esta ley, y a disminuir la homofobia, que para él, “es un una cuestión de falta de información, conocimiento y comprensión concienciada”.
Dumiso considera que el problema de fondo es precisamente esta conceptualización de la homosexualidad que tiene mucha gente en Botswana:“se necesita un cambio de mentalidad; pero para que este cambio se produzca hay que generar y crear primero conocimiento y comprensión.Esto es lo único que nos va a mantener unidos”. En este sentido, dice distinguirse de “la idea común de activismo social, que ve al activista como aquella persona que quiere forzar un cambio en la sociedad o en las personas y que finalmente, lo único que logra es separar a la gente porque las ideologías son distintas. Yo tengo una ideología, sí, pero es la de mantener a las personas unidas y en un clima de comprensión y conocimiento mutuo”.
Considera que además de generar esta información y conocimiento sobre las personas LGBTI y ponerla al alcance de todo el mundo para que las personas homosexuales dejen de resultar extrañas al resto de la sociedad, una organización en Botswana debe servir como referente y como ayuda, no sumirse en la pasividad, la ocultación o la justificación; pues al igual que muchas personas LGBTI, las organizaciones, en ocasiones, están cómodas con la situación actual, pues “como en el resto de países la situación es peor, la tendencia es pensar que ellos no están tan mal en Botswana; fuera hay prisión, agresiones físicas, violaciones, lapidaciones, etc., y por tanto, no importa si en Botswana hay que vivir dentro del armario, y en silencio”.
Precisamente el actual presidente de Botswana, Ian Khama, dijo a los medios que él no tenía ningún problema con los homosexuales, siempre y cuando “hicieran sus cosas a puerta cerrada”.
Dumiso, no quiere vivir en silencio, ni que el resto de personas LGBTI tengan que hacerlo.
Por otra parte, este joven activista, considera importante el trabajo de LEGABIBO, organización donde ha sido voluntariado y con quien aún colabora puntualmente a pesar de no compartir sus principios, centrado, entre otras cosas, en impugnar la legalidad de la Sección 164 del Código Penal que criminaliza (no directa, pero sí indirectamente) las relaciones del mismo sexo (esta sección de la ley, aseguran desde LEGABIBO,“genera el miedo a expresar la sexualidad abiertamente por parte de las personas homosexuales”).
Pero cree que aunque las leyes son una meta a conseguir, no es suficiente; pues comprende que sin un cambio de mentalidad social, no importan las leyes que se escriban o que se deroguen, nunca podrá conseguirse la igualdad.
En el siguiente vídeo puedes escuchar directamente a Dumiso hablándonos de la situación de las personas y el activismo LGBTI en Botswana:
Pink Anatomy. El proyecto de Dumiso.
Durante su encuentro con Casal Lambda hizo preguntas precisas, meditadas y quería información y más información porque, según él, “estar informado lo puede cambiar todo”. De hecho, esta intención informativa es la piedra angular de Pink Anatomy, un blog que nació de forma espontánea y natural, fruto de su fuerte necesidad expresiva; y que ahora puede ser la base de su futura organización.
Pink Anatomy, está centrado en mostrar a la gente LGBTI de Botswana abiertamente, a través, por ejemplo, de entrevistas personales muy cercanas. De esta forma espera “contribuir a crear una imagen positiva de las personas LGBTI y que la gente deje de temer lo que no conoce, y lo que no se muestra por miedo; pero que al ocultarlo, alimenta precisamente ese miedo.”
El blog mezcla artículos personales y muy emocionales con otros más políticos y reivindicativos; y desde que entrara en funcionamiento en octubre de 2012, algunos de los temas tratados han sido: estereotipos que afectan a las personas LGBTI, discriminación en el entorno de trabajo, liderazgo LGBTI y necesidades de las personas LGBTI, entre otros.
Os invitamos a navegar por sus distintas secciones, que sin duda, os harán atravesar distintas emociones.
Prefiere este método de expresión porque “permite a la gente tomar la decisión de entrar o no a su blog.” No es como un cartel que verás sí o sí, al pasar conduciendo por esa
calle. Y lo considera una herramienta que le permite, por ahora, contactar con otras personas que no se atreverían, de momento, a acudir a una organización por miedo al estigma.
A su regreso a Botswana espera empezar a publicar un pequeño magazine cada seis meses que recoja los mejores post del blog, continuar con su lucha y su objetivo de generar conciencia, comprensión, información y conocimiento sobre las personas LGBTI de Botswana, creando su propia organización LGBTI, pues cree que ya ha llegado el momento de dar el paso; aunque esta es una decisión que tomará una vez concluido su viaje.
Otro de sus proyectos a largo plazo sería repetir la fórmula de este viaje en África, conociendo y entrevistándose con otros activistas y organizaciones LGBT africanas.
Nuestro encuentro termina en el hotel donde se aloja, porque la lluvia ha sido demasiado insistente. Allí le hablo de Fundación Triángulo y de las cosas que hacemos, de nuestra implicación con África, de esta Web donde ahora mismo nos lees, y de lo mucho que nos gustaría recibir noticias suyas desde Botswana. La buena noticia es que Dumiso se suma a la iniciativa y nos quiere alimentar con sus ideas y puntos de vista. Pronto podremos leerlo aquí, además de en su Blog.
A nosotros, después del encuentro, una cosa nos queda clara: a diferencia de lo que puedan pensar muchas personas, África no es un país. No es homogénea y, por supuesto, tampoco es como la pintan en la tele. África es un poco como el Parque Güell; a veces clásica y tradicional; y otras, rompedora. Siempre polifacética. Las personas africanas también son así, diversas. Dumiso nos lo demuestra, y nosotros damos gracias por esa diversidad.